Tras un período de vida, como el que estamos pasando, en el que los deseos de salud se han vuelto más intensos que nunca en nuestra generación, los miedos se han acrecentado. El temor a ser víctimas de un desconocido virus, a poder contagiar a nuestros seres queridos, a no poder respirar, está conduciendo a millones de personas alrededor del mundo, a reducir la calidad de su vida.

¿Qué es la salud?

La OMS indica que la salud no es tan sólo la ausencia de enfermedad, sino que es un estado de bienestar físico, mental y social. Esto nos debería hacer pensar en lo importante que es, no tan sólo cuidar nuestro cuerpo, poniéndonos marcarillas, lavándonos las manos, tomando nutrientes adecuadamente… sino también, cuidando lo que sentimos y lo que pensamos.

Cuando experimentamos una enfermedad física, nuestro cuerpo se dispone en modo “lucha”. Todos nuestros órganos, se unen para “inmovilizar” o “reducir” a esa bacteria, virus, célula que no tiene cabida en nuestro equilibrio. Es decir, todo nuestro ser rechaza por completo eso que ponga en peligro nuestra supervivivencia, no hay paz. Somos conscientes de este proceso y a nadie se le escapa que si no come, se debilita y es más propenso a sufrir una enfermedad.

Pero, cuánto estás haciendo por la calidad de tus pensamientos? Es posible que, igual que con tu cuerpo, en determinados momentos carenciales, tengas que rechazar, reducir, o inmovilizar, ciertos hábitos mentales, pensamientos negativos, sentimientos de miedo y falta de paz. ¿Cómo llevas a cabo este proceso?

Si encuentras que en tu vida no hay paz, que las preocupaciones te mantienen lejos del deseable estado de bienestar, que no eres capaz de mirar al futuro sin perturbarte y tu presente está lleno de sufrimiento, tienes que ponerte manos a la obra, porque no vives con salud.

Incrementar la calidad de tus pensamientos repercutirá en tus emociones, y ellas directamente en tu plenitud, por tanto en tu bienestar/salud.

Protégete contra los virus externos con nombres reales, pero no olvides protegerte también contra esos otros virus, que a través de informaciones poco útiles, hacen que tus pensamientos y emociones se encaminen al miedo, esa emoción contraria al amor.

Recuerda, no son las cosas externas lo que te hace sentir mal, es tu interpretación subjetiva respecto a ellas, y por suerte, eso sólo depende de tí.

Pon prioridad absoluta a tu bienestar, pero no ese bienestar rápido que llamamos “pan para hoy, hambre para mañana”. Observa cómo vives y qué necesitas para mejorar la calidad de tu vida. No tengas miedo a hacerte preguntas, ten miedo a vivir tras una mascarilla mental que te impide aspirar lo mejor de la vida. Forja una actitud inquebrantable…. es mi objetivo desde hace años, y te puedo asegurar, que la vida cambia absolutamente!

Si necesitas ayuda con tu actitud o con cómo entender y gestionar tus emociones, tienes mi mano a tu disposición